Más allá de los resultados municipales
Pensando la gestión actual y ¿a lo que necesitamos apuntar?
Y bueno, ya tenemos mafias organizadas no solo en las calles sino de vuelta en el municipio de Lima Metropolitana. Viendo lamentos de los que apoyaron tanto crítica como acríticamente a Villarán, lanzo preguntas y críticas (no pretendo dar respuestas), y algunas propuestas por manejar si realmente queremos cambiar el panorama para no andar desilusionados por el mundo diciendo que el nuestro es un “voto crítico”, como desde hace… ya sabemos desde cuándo.
Algunos se lamentan porque la población en la ciudad votó mayoritariamente por el candidato de Solidaridad Nacional. El problema es "la gente". ¿Cuándo le daremos alguito de responsabilidad a las formas de hacer política de quienes acompañaron la gestión de Villarán de lo que sucedió hoy y tal vez desde el primer año de gestión? Obviando su postura socialdemócrata- evitando cualquier conflicto, por lo menos desde quienes fueron la cara de la gestión, se confiaron en que una página de facebook y que el "sistema democrático" por sí mismo mostrarían resultados de una gestión limpia y social obviando los intereses en pugna (El Congreso, los medios de comunicación en manos de El Comercio y RPP, el Jurado Nacional de Elecciones, el Poder Judicial, los partidos conocidos, el mismo Concejo Metropolitano). No. No es un problema meramente comunicacional, pero la capacidad de confrontación no vino sino hasta las últimas semanas de estas elecciones, con antecedentes de un proceso de revocatoria que, de paso, quiso sepultar a los progresistas y de izquierda como alternativa no solo de gobierno sino hasta de pensamiento.
¿No roba y…. tampoco hace obra? Salvo problemas con la implementación de la Reforma del transporte y la continuidad en concesiones de gran envergadura, la gestión actual ha tenido enormes avances en materia de ciudad. Una visión que por lo menos pensaba en calidad de vida y no solo en gigantescas pistas para los autos privados y hospitales para ganar votos. Intentar cerrar brechas en materia de espacio público, abrir espacios de cultura, fomentar la organización social, programas de formación educativa abiertos, involucramiento de poblaciones vulnerables (mujeres, niños, ancianos), etc. No. No era la revolución (vamos, tampoco podrían haber hecho algo así), pero sí intentos de redirigir el municipio con transparencia. A la gente le quedó más claro el discurso de honestidad que no hace nada, y no uno que le indique los problemas estructurales de ciudad, problemas que esta gestión puso sobre el tapete. Esto también se dejó para los momentos críticos con pésimos resultados.
Y seguimos. Desde los aliados, hubo más bien retrocesos. El deslinde con los “radicales” que la habían llevado a la victoria al inicio de la gestión, junto a la ruptura de lo que pudo haber sido el Frente Amplio en la ciudad y el aliarse con la derecha de forma oportunista provocó una situación bien aprovechada por medios mencionados y más rechazo de la población. La (lógica) consecuencia: las redes que el proceso de revocatoria en Lima logró articular no podía apoyar algo así. Una vez más, apelamos al “voto crítico” nos distanciamos entre nosotros mismos. Los pocos avances para la izquierda fueron los sacrificados del momento y nos mostraron nuestra realidad ante la oportunidad.
¿Y qué se viene?
Pues probablemente Castañeda se agarre de las grandes obras que la gestión actual inició ya para decir que él les dio impulso. Y eso lo levantará más en la percepción de la población. Pensando en el mediano, y viendo los resultados e impresiones del último debate organizado por el JNE, ya podemos imaginar a quién le regalaremos el Municipio de la ciudad en los próximos años después de Castañeda. El discurso de la tecnocracia neoliberal, sumado a la anticorrupción de Castañeda y el desprecio provocado a la izquierda nos ha impuesto otra alternativa: Cornejo: es decir, el APRA. Una mafia que jugó bien sus cartas para una desvinculación funcional con las cúpulas de la que ya el sentido común es consciente.
Y entonces, ¿qué hacemos?
En principio, re-buscar perspectiva (sí, oooootra vez). El sistema electoral para lograr cambios es insuficiente si hay populismos desde las mafias organizadas en partidos, concentración de medios y un sentido común de “democracia” a manera edificios estatales, urnas, capacidad de comprar y migajas para los sectores populares y un largo etcétera. Eso incluye discutir ya no solo los errores del pasado sino los del presente, los nuestros, los tuyos, los míos, los nuestros. Estas elecciones nos muestran que hemos sido más continuidad que ruptura. Todo ello implica discusión previa, no solo la [huida] teórica (para saber dónde estamos y por qué), sino también de praxis (con quiénes y qué repertorios contamos y deberíamos contar previo análisis de los mismos, y qué actitudes y posiciones debemos tomar cotidianamente en lo personal y colectivo).
Otra vez hemos relegado el trabajo con la gente real. La política tradicional y la moderna sigue acercándose a los sectores populares para pedir votos y prometer cambios desde el Estado en lugar de tenerlos como aliados para dar cuenta de cómo las grandes obras de infraestructura vial son prioridad de cualquier candidato ante sus espacios sin servicios básicos, y que desde ahí se puede exigir. Hemos dejado de pensar que las generaciones que continúen con el trabajo deberían venir no solo desde espacios universitarios que les permitan abrir los ojos, olvidando que hay otros y otras jóvenes en las periferias de la ciudad que pueden ser soporte de la pelea por una transformación desde abajo. Hemos reemplazado ambas cosas por nuestros muros de facebook para ver cómo nuestros amigos se convencen y dan "Me gusta", o "Compartir".
Por ahí podríamos comenzar para poner la política como un medio que nos involucra a diario y no un domingo cada cuatro años; para evitar lamentarnos con la idea de que toda la culpa la tiene “la gente que no entiende”, los partidos que no funcionan”, “la falta de regulación legal para que no entren los corruptos”, “la prensa basura”, “los sectores más reaccionarios”, y muchas otras razones más ; y para reencontrarnos en el diagnóstico sin que la autocrítica se repita en cada sesión de cada nuevo espacio que abrimos.
Con buenos ánimos, nos llamo nuevamente a intentar. ¿Nos lanzamos?